Pepa Horno Goicoechea

Pepa Horno Goicoechea

Libros

Aprendiendo a habitarnos

Aprendiendo a habitarnos. Un modelo de intervención psicoterapéutica con personas con historias de trauma

© Editorial Desclée de Brouwer, S.A., 2023
Poniendo alma al dolor

Poniendo alma al dolor. Intervención terapéutica con niños, niñas y adolescentes víctimas de abuso sexual infantil

© Editorial Desclée de Brouwer, S.A., 2021
Metáforas para la consciencia

Metáforas para la consciencia

© Editorial Desclée de Brouwer, S.A., 2020

La mirada consciente en los centros de protección

La mirada consciente en los centros de protección. Cómo transformar la intervención con niños, niñas y adolescentes.

© Editorial CCS, 2017

Educando la alegría

Educando la alegría

© Editorial Desclée de Brouwer, S.A., 2017

Los municipios ante la violencia

Los municipios ante la violencia entre niños, niñas y adolescentes. Guía de actuación ante las diferentes formas de violencia entre niños, niñas y adolescentes en el ámbito municipal.

© UNICEF Comité Español, 2016

El mago de los pensamientos

El mago de los pensamientos

© Editorial Fineo, 2015

El lenguaje de los árboles

El lenguaje de los árboles

© Editorial Fineo, 2015

Elegir la vida

Elegir la vida. Historias de vida de familias acogedoras

© Editorial Desclée de Brouwer, S.A., 2014

Escuchando mis tripas

Escuchando mis «tripas»: Programa de prevención del abuso sexual en Educación Infantil

© Boira Editorial, 2013

Un mapa del mundo afectivo

Un mapa del mundo afectivo: el viaje de la violencia al buen trato

© Boira Editorial, 2012

Ser madre, saberse madre, sentirse madre

Ser madre, saberse madre, sentirse madre

© Editorial Desclée de Brouwer, S.A., 2011

La víctima no es culpable

La víctima no es culpable

© Editorial Desclée de Brouwer, S.A., 2009

Amor y violencia

Amor y violencia La dimensión afectiva del maltrato

© Editorial Desclée de Brouwer, S.A., 2009

Educando el afecto

Educando el afecto Reflexiones para familias, profesorado, pediatras…

© Editorial GRAÓ, 2004

Los trucos del formador

Los trucos del formador Arte, oficio y experiencia

© Editorial GRAÓ, 2007

Amor, poder y violencia

Amor, poder y violencia Una comparación transcultural de los patrones de castigo físico y psicológico

Save the Children, 2005

Atención a los niños y niñas víctimas de violencia de género

Atención a los niños y niñas víctimas de violencia de género. Análisis de la atención a los hijos e hijas de mujeres víctimas de violencia de género en el sistema de protección a la Mujer

Save the Children, 2006

Amar y salvar

El amor no salva, pero sin amor no te salvas.

Esta frase resume uno de los aprendizajes más importantes que he logrado en la vida, tanto personal como profesional.

Salvar a quien sufre. Cuidar, consolar, sostener, acariciar, abrazar.

Sufrir en silencio. Quedarse quieta y callada. Esperar no sé muy bien qué o quién. Pero que te salve.

Pero no funciona así. Se trata de tener una red de personas que te quieren y te cuidan, que te enseñan que las relaciones sanas son recíprocas, que a veces consuelas y a veces eres consolada, y sobre todo que solo si hablas, ellos pueden saber que sufres. Personas que están ahí, cerquita, flotando junto a ti. Que te miran sonriendo. Sobre todo te miran. Como dicen en Avatar, «te ven». Te ven porque te miran. Les ves porque les miras. Y entonces intuyes y sientes en la tripa cuando algo no va bien, y acaricias su cara o ellos te hacen reír. Y pueden verte llorar en silencio. Puedes dejar ir la memoria corporal del dolor. Sólo llorarla.

Porque no es su amor el que te sana, eres tú cuando nombras y lloras y dejas ir. Eres tú quien haces el camino. Pero lo haces desde su mirada. Si no hay esa mirada, si no hay ese amor, no te salvas. Pero eres tú quien se cuida, quien nombra, quien llora, quien deja ir.

Y en lo profesional es igual o más. No soy yo como profesional en psicoterapia quien sana a la persona. Es la persona quien hace su camino. Yo le ofrezco un entorno seguro y un vínculo psicoterapéutico para hacer ese camino. Le ofrezco una mirada compasiva, incondicional, sostenedora y mentalizadora. Pero es su camino. Su opción. Como les digo muchas veces a las personas, hay que «elegir las batallas». Elegirán sus batallas. Y las afrontarán. Y yo iré un paso por detrás. No serán las que yo querría, quizá, ni las que sé necesarias ni en el momento que yo querría. Serán las que puedan sostener. Y afrontar. Cuando puedan nombrar. Cuando puedan llorar.

Pero hay algo más como profesional. Y es que mi mirada es una mirada desde el vínculo. Pero la persona necesita una red. Una red de al menos tres. Y ninguna de esas tres personas debo ser yo. Porque yo debo irme. Mi vínculo es temporal. Yo debo salir de la ecuación, igual que mi voz debe dejar de sonar en la cabeza de las personas para que escuchen la suya propia, o como mucho un diálogo interior conmigo en el que, a ser posible, me lleven la contraria ;-).

Las personas no pueden (no podemos) hacer nuestro camino solas. Necesitamos ser miradas. Nos creamos desde la mirada de un otro. Nos sostenemos en esa mirada. Por eso la herida más profunda es el abandono. Siempre. Porque niega la existencia. Le quita valor.

Y hemos de honrar a las personas, cobijarlas, mirarlas con el asombro y admiración que merecen. Con esa mirada de la rueda de miradas en biodanza. Con esa mirada que devuelve la dignidad que en realidad nunca se perdió pero se siente como si se hubiera deshecho.

El camino hacia la salud mental está hecho de tres elementos: el amor, la terapia y el proceso personal. El amor no lo brindo yo, mi responsabilidad es sólo sobre el proceso psicoterapéutico. Y ese proceso es sólo el comienzo de un camino que hace la persona. Comenzar la terapia pensando en su fin, en cuando la persona se vaya.

Igual que en la crianza. Criar para que se vayan, para que vuelen, no para que se queden a nuestro lado cuidándonos. Pero éste es otro argumento 😉

El amor no sana, pero sin amor no te sanas.

Pepa

 

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«Educando la alegría»

Tengo el placer de presentaros el nuevo libro que he publicado con la editorial Desclee de Brouwer y que está disponible desde este mes.

Y para hacerlo os quiero copiar literalmente el epílogo del libro. Es un texto especial para mí que resume las razones por las que escribí este libro. Porque este libro nace de mi experiencia en la supervisión de centros educativos y de protección, así como del trabajo con familias, pero nace sobre todo de una preocupación por lo que me voy encontrando en ese trabajo. Nace con el objetivo de brindar estrategias prácticas a familias y educadores para cultivar con consciencia y de forma sistemática la emoción de la alegría en los niños, niñas y adolescentes.

Educando la alegria portadaEspero de verdad que os guste y os sirva a quienes desde vuestras familias o en vuestro trabajo asumís el rol de cuidado de cualquier niño, niña o adolescente.

Y si después de leer el texto, os apetece a aquellos que vivis en Madrid, estaré este sábado 27 de mayo de 18 a 20 horas firmando ejemplares en la caseta 285 de la Feria del Libro de Madrid. Me encantaría veros por allí.
Ahí va el texto:

«EPÍLOGO: CARTA A QUIENES EDUCAN

A ti, que me estás leyendo:

Antes de acabar este libro, quiero contarte algo. En mi vida he encontrado una “regla no escrita” que dice así: “A más, más, a menos, menos”. Cuanto más ponemos de algo, más nos llega. Cuanto menos, menos nos llega. Se cumple para lo físico, para lo emocional, para lo social… Piensa en ejemplos. En lo corporal: cuanto más comes, más comes; cuanto menos comes, menos comes. En lo afectivo: cuanto más amas, más amas; cuanto menos amas, más difícil te resulta amar. En lo material: cuantos más bienes tienes, más te llegan; cuantos menos bienes tienes, menos te llegan.

Se trata, por tanto, de elegir qué cultivar. En este libro yo te he propuesto cultivar la alegría. Y cultivarla como una opción consciente. Convertirla en una herramienta educativa clave y de forma sistemática, no ocasional. Que sea el motor emocional que posibilite el desarrollo pleno de nuestros niños, niñas y adolescentes. Porque si tengo razón, a más alegría, llegará más alegría y a menos alegría, ellos y ellas sentirán menos alegría. Y sin alegría no hay movimiento, ni intimidad, ni crecimiento ni resiliencia. Ni, sobre todo, valor. Y éste es el último mensaje con el que quiero cerrar este libro.

Vivimos en un mundo que cultiva el miedo en nuestros niños y niñas, a veces de forma consciente, otras de forma completamente inconsciente. Escuchan constantemente los peligros que les pueden llegar, lo mal que va el mundo. Crecen inundados de información sobre todo lo horrible que el ser humano es capaz de llegar a hacer, que  ciertamente, es mucho. Muchísimo. Tanto que abruma. A ellos y a nosotros. Nos deja impotentes, nos hace sentir pequeños y muy, muy asustados.

El ser humano es capaz de “lo mejor” y de “lo peor”. Pero las historias sobre “lo mejor” no tienen lugar. Ni en lo público, ni a menudo en lo privado. Las personas que hacen cosas increíbles no salen en los medios de comunicación, se habla poco de ellos y ellas en la educación y en el ámbito privado a veces da casi vergüenza hablar de lo que te hace feliz, de lo que te llena y te hace sentir vivo. Dedicamos mucho tiempo a las preocupaciones y angustias, que además en determinados contextos socioeconómicos o sociopolíticos se disparan exponencialmente y nos inundan.

Quizá es mi sensación sólo. Pero es una sensación que se ha ido paulatinamente convirtiendo en preocupación a lo largo de estos años y me ha llevado a escribir “Educando la alegría”. Veo lo claro que tienen los niños y niñas los motivos para tener miedo. Les veo resignados. Les veo o bien sobreimplicados en el propósito de responder a las expectativas de un mundo hostil y muy complicado o bien abandonando el intento de conseguir estar a la altura de ese mundo. Y a muchos que no logran resignarse, les veo siendo señalados: los que preguntan en exceso y cuestionan las normas, los que se mueven demasiado, los que se enfadan y no logran manejar ese enfado.

Lo veo en mi vida personal en la crianza de mi hijo, de mis sobrinos, de los niños y niñas a los que quiero y con los que convivo. Pero lo veo más si cabe en mi vida profesional cuando doy los cursos a las familias y a los profesionales, cuando hago supervisiones en centros de protección o cuando trabajo con centros educativos que quieren transformar el modelo educativo del centro. Es desde esa doble perspectiva, la personal y la profesional, desde la que he querido ofrecer una propuesta para sistematizar la alegría en la educación.

Veo a las familias y a los profesionales más conscientes que nunca. El modelo de crianza cambió, la intimidad y presencia en el cuidado que hay en muchos hogares no tiene referente previo. O en mi ámbito profesional, todo el movimiento que se lleva dando desde hace unos años en la llamada educación alternativa o la incorporación del vínculo afectivo y la educación emocional en el trabajo con niños y niñas. El cambio es real. Y es un cambio para bien. Pero a veces siento que a ese cambio le falta consciencia y sistematización.  Por eso he intentado centrar este libro en propuestas sistematizadas que den continuidad y estructura a esa opción por la alegría, a ese cambio.

Creo que ya nadie pondría en duda que hay que educar a los niños, niñas y adolescentes desde el vínculo afectivo, desde la estimulación y desde la protección. Pero es en el “cómo” hacerlo donde surgen los problemas. Quienes educamos queremos generar personas plenas y felices. Y nos hacemos responsables de nuestro papel en ello. Pero nuestra historia afectiva, nuestra memoria corporal, nuestros propios miedos… son la base del “cómo” educamos. Y esa parte no siempre queremos mirarla. Por eso tanto empeño en hablar del autocuidado en estas páginas. Mirarnos hacia dentro cambia nuestra mirada hacia fuera.

Y luego está el cansancio. Porque una educación con consciencia, tanto en las familias como en los centros educativos o de protección, conlleva cansancio. El control, los mandatos y el orden son menos cansados. Son más destructivos, pero son esquemas más fáciles de seguir. Y generan personas más sumisas, o más enfadadas, depende. Pero en cualquier caso generan niños, niñas y adolescentes pendientes de la aprobación de quien les  educa.

En mi experiencia, a los niños, niñas y adolescentes les cuesta saber qué quieren ellos y ellas. No sus familias, ni sus maestros, ni sus educadores. Ellos mismos. Qué quieren hacer, en qué quieren participar, dónde quieren vivir… Saben lo que se espera de ellos, pero no siempre si es lo que quieren.

Se sienten sobrepasados por la exigencia de un mundo ferozmente competitivo y una visión negativa del ser humano; por la cantidad de información que manejan que no siempre han podido procesar ni corporal ni emocionalmente y por la imposibilidad de tener referentes de trascendencia porque todos los que había (ideológicos, sociales o  religiosos) parecen haber mostrado ser en parte un engaño. Diría que quizá sobreviven sólo como referentes el afecto personal (el valor de la familia, la pareja y la amistad no ha desaparecido en ellos y ellas) y el dinero. Referentes muy diferentes entre sí, pero cuya eficacia la ven en su día a día cotidiano.

Por eso muchas veces les falta tener valor para perseguir aquello que desean. Porque volvemos al comienzo. El valor se educa. A más a más, a menos a menos. Y al valor se llega a través de la alegría. Les inculcamos miedo. Obtenemos miedo. Les inculcamos impotencia. Generamos resignación o enfado.

La alegría (también la esperanza y el amor) es arriesgada porque le da valor a la persona, puede transformarla. Y con la persona y a través de la persona, es un motor emocional que puede cambiar el mundo. La pregunta sigue siendo si quienes tenemos el privilegio de educar asumiremos ese riesgo. ¿Optaremos con consciencia y de forma sistemática por educar la alegría?

Lo dejo aquí. Gracias por acompañarme en este viaje y por hacer todo esto posible.

Te mando un abrazo. No cualquiera: uno de esos que alimentan la alegría.
Pepa

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«Los municipios ante la violencia entre niños, niñas y adolescentes» guía de actuación que he elaborado para UNICEF

Ya sabéis que suelo separar claramente lo profesional de lo personal. Mis novedades profesionales las cuelgo en la web de EspiralesCI y mis escritos personales en este blog.

Pero de vez en cuando se me cruzan mi mundo personal y profesional (mucho más a menudo en realidad de lo que parece).

unicef_municipios_ante_la_violenciaY hoy quiero incluir aquí el enlace que publiqué ayer en EspiralesCI sobre la nueva publicación que he elaborado para UNICEF, una guía de actuación sobre violencia entre niños, niñas y adolescentes destinada en principio a los municipios. Pero la cuelgo aquí porque ayer en la presentación que hice al personal de UNICEF previa a la presentación que hice a los técnicos municipales de toda España que se conectaron online, fui aún más consciente de que su contenido nos toca a todos, desde como familias, educadores, psicólogos..padres.

Así que me salto mi «regla» y os incluyo el enlace, por si queréis leerla. Es un material elaborado breve de forma intencional, está lleno de enlaces a recursos que hay disponibles en la red para trabajar con los niños, niñas y adolescentes el tema y quizá os guste leerla.

Pepa

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Testimonios descarnados

En los últimos dos años he leído cuatro libros de los que me han atravesado el alma, tres de ellos en los últimos seis meses. Son de esos libros que pongo empeño en que toda la gente que amo lean, esos que puedo emplear en mi trabajo y que, como le he escrito al autor del último, estoy convencida de que leerlos nos hace mejor personas. Al menos a mí me han hecho mejor persona.

El primero fue «La hora violeta» de Sergio del Molino, una carta de amor de un padre a su hijo muerto por leucemia. Indescriptible.

El segundo fue «Instrumental» de James Rhodes, sobre el que ya escribí esto, y que describe la experiencia de un hombre que fue violado de niño y las consecuencias que esa experiencia tuvo en su vida. Estremecedor.

El tercero fue «Ante todo no hagas daño» de Henry Mash, un libro escrito por un neurocirujano londinense que describe la experiencia de su profesión, la toma de decisiones, su perspectiva del dolor y sufrimiento de sus pacientes (y el suyo propio cuando su propio hijo tiene un tumor cerebral) y la actitud de sus compañeros de profesión ante ese dolor de sus pacientes.

Y el último lo he acabado hoy, «Cómo explicarte el mundo, Cris» de Andrés Aberasturi, otra carta de amor de un padre a su hijo con parálisis cerebral.

Todos ellos son testimonios de vida y de muerte, de dolor y de amor, de sentido y sinsentido, de angustia y consuelo…

Pero no es sobre ellos sobre lo que quiero escribir. Sobre ellos sólo puedo deciros: por favor, leedlos. Pero hay algo que une estos cuatro libros y es que son testimonios descarnados, hirientes, absolutamente a flor de piel. Y los cuatro son de hombres.

Y me ha hecho plantearme lo inusual de este tipo de libros, de estos testimonios, y particularmente de estos testimonios como hombres. Sólo recuerdo un par de libros antes que me impresionaran tanto como relatos del dolor de un hombre (algunos testimonios de personas que fueron torturadas o que participaron o presenciaron diferentes conflictos armados) o de un padre. Aún recuerdo un libro que leí por recomendación expresa de mi padre, que me dijo «es lo mejor que ha escrito nunca, de sus libros es el que pasará a la historia», «Mortal y rosa» de Francisco Umbral, que lo escribió también después de la muerte de su hijo.

Hay canciones, hay poemas, pero libros tan directos, tan descarnados…no lo sé, a lo mejor soy yo que me llegan más o que pueden entrar en mí y dejar huella. Pero siento que los relatos de este tipo cuando los hacen hombres tienen algo diferente. Es una intuición que he tenido en consulta donde la descripción del dolor de un hombre siempre lo he sentido diferente de la de una mujer. No el dolor en sí mismo, que se parece a veces como gotas de agua, sino la forma de relatarlo. Ya sé, ya sé, sé que puede (y seguro que lo será) una generalización inválida en sí misma por englobar una totalidad. Pero no sólo lo he vivido en mis amigos hombres y mis amigas mujeres, en mis pacientes hombres y mis pacientes mujeres…es que lo veo en estos libros. Sé que hay una diferencia cualitativa en el testimonio de quien ha conocido el HORROR respecto a quien lo relata sólo por referencias, sea el testimonio de un hombre o mujer. Pero siento además que la mayoría de los hombres que lo han conocido lo describen de forma diferente de las mujeres que lo han visto de frente.

¿En qué siento que son diferentes? En que quedan abiertos (una vez más ésta es una expresión de un amigo hombre, hablando hoy con él en el café sobre este tema), no buscan un final ni un sentido ni una globalidad, o al menos no siempre. Sueltan, casi escupen su vivencia como si no pudieran hacerlo de otra forma, como temiendo que si lo piensan, o bien no lo contarían o le darían otra forma que ya no sería auténtica ni veraz. Me impresiona la sencillez y brutalidad de las imágenes que se emplean en los cuatro libros, la exactitud casi como si diseccionaran la vivencia. Describen la certeza de sentirse perdidos e indefensos. Utilizan adverbios y adjetivos como «desesperado», «descarnado», «abrumador»…palabras a las que sólo el DOLOR con mayúsculas les otorga valor de verdad. Lo hacen sin justificarse, sin exculparse, hasta el punto que a veces casi se agreden a sí mismos en sus apreciaciones. Los cuatro son libros que te hacen llorar, que te duele leer, que te obligan a parar en varios momentos. Bueno, al menos es lo que me ha pasado a mí, no puedo generalizar.

No lo sé, no me hagáis caso, quizá no tiene nada que ver con que sean hombres, y sí con el DOLOR en letras mayúsculas que narran, sean hombres o mujeres quienes lo narran. Quizá es sólo una casualidad que hayan llegado a mis manos cuatro libros tan poderosos en tan poco tiempo y hubo muchos antes y habrá muchos después y no es verdad lo que intuyo, que ahora haya más testimonios de este tipo.

Porque lo que intento decir es que siento que algo está cambiando. Y que sean hombres quienes den un paso al frente para describir el dolor me parece significativo e importante. Las mujeres lo han hecho más y antes y creo que lo seguiremos haciendo. A nuestro estilo. Supongo que al que tenemos cada persona.

Quizá es tan sólo que me han conmovido profundamente. Y desde aquí, y una vez más, les doy las gracias por sus testimonios, por su dolor y su verdad. Por lo mucho que me han dado como persona y como mujer.

Soy pesada: leedlos.
Pepa

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«Instrumental» de James Rhodes

Hay libros que son regalo para el alma, aunque a veces sean como puñetazos en la tripa, como un escalofrio de los que te hacen dificil tragar saliva e imposible pasar pagina sin haberlo sentido vivo, propio y tuyo.

Cruzo solo ocasionalmente lo personal y lo profesional, pero en el caso de «Instrumental» de James Rhodes, publicado por Blackie Books necesito y quiero hacerlo.

Os dejo el enlace a la entrada que he escrito en el blog de EspiralesCI sobre este libro, por si quereis leerla.

El libro lo merece.
Pepa

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Presentación de «El lenguaje de los árboles» en Madrid el jueves 1 de octubre a las 19h.

La vida nos hace regalos. En realidad los hace cada día pero no siempre mantenemos la consciencia suficiente para vivirlos y deleitarnos en ellos. Al menos yo. Pero cada cierto tiempo me llegan regalos que sí veo, de los que soy plenamente consciente. Regalos envueltos en papel celofán, con un lazo enorme, imposible de no ser vistos, palpados y deleitados.

pepa_horno_lenguaje_arbolespepa_horno_mago_pensamientosLa presentación de mis primeros cuentos «El lenguaje de los árboles» y «El mago de los pensamientos» en Madrid, es uno de esos regalos. Ya los firmé en la feria del libro en primavera, pero este acto es distinto. Y no por los cuentos, o por mí, sino por quienes me acompañan en él.

A Fidel Delgado no hace falta ni presentarlo. Para los pocos que no lo conozcáis, mirad este vídeo, o este otro, más corto, y veréis. Es uno de esos profesionales que consigue que no pares de reír mientras te está metiendo una carga de profundidad de tal magnitud que cuando quieres darte cuenta te ha acariciado el alma para siempre. Creedme, sólo por oírle la tarde merecerá la pena.

Y Belén Zarza, una coach y profesional increíble, pero además amiga del alma, madre del amigo del alma de José, y enlazadora de mundos. Una de esas personas cuya mirada te ilumina y que genera una estela que comprobaréis si venís y de cuya longitud ella aún no es suficientemente consciente.

Hablaremos de cuentos, de niños y niñas (y de la parte niño de los adultos), de poesía, del amor, de la muerte y de los sueños. Es un menú sencillamente irresistible.

Así que a las y los madrileños que queráis, os esperamos el día 1 de octubre a las 19h en la Fnac de Castellana (metro Nuevos Ministerios). Prometo abrazo y firma, por ese orden ;-).

Pepa

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Éxito, lecturas y despedidas

Este verano me ha dado para leer largo. Y eso en estos años de madre se ha vuelto un privilegio para mi. El placer de una buena novela, de esas que cuando acabas te da pena, porque los personajes y la historia han tomado vida y los sientes como si flotaran a tu alrededor y te gustaría saber que es de ellos después…en fin, esa sensación me encanta.

Así que voy a recomendar dos. Ha habido otros que me han gustado mucho («La isla de las mariposas», » El libro de mi destino», «Veinte años, Inés» o «Las tres bodas de Manolita» entre otros) pero me quedo con dos. Uno que leí antes del verano y he vuelto a leer y he regalado varias veces: «Hierba Mora» de Teresa Moure, y otro del que me habían hablado largo y por fin pude leerme «El lenguaje de las flores» de Vanessa Diffenbaugh. Vaya desde aquí mi recomendación ferviente 😉

Pero quiero copiar aquí una cita que incluye Daniel J. Siegel en su libro «Tormenta cerebral», el único libro de temas de trabajo que me he leído (intento siempre leer sólo literatura durante las vacaciones). La cita me ha parecido que no tiene desperdicio, como muchas otras cosas del libro. Habla de lo que es tener éxito en la vida y dice así:

«ÉXITO
Reír a menudo y amar mucho;
Ganar el respeto de personas inteligentes y el afecto de los niños;
Lograr la aprobación de críticos sinceros y soportar la traición de los falsos amigos;
Apreciar la belleza;
Ver lo mejor de los otros;
Darse uno mismo;
Dejar un mundo un poco mejor, bien a través de un hijo sano, un jardín o la solución a un problema social;
Haber jugado y reído con entusiasmo y cantado con júbilo;
Saber que al menos una vida ha sido mejor porque tu has vivido;
Eso es haber tenido éxito.»

Bessie Anderson Stanley

Las soluciones para el mundo mejor podrían ser muchas más, pero no deja de ser curioso las que elige, y me encanta que la risa y el júbilo aparezcan multiplicados. Mi madre hablaba siempre del GOZO, una palabra que forma parte de mi ser más profundo.

Y la copio por muchas cosas, pero sobre todo porque estos días he podido estar en la despedida amorosa e increíble a un hombre para el que este poema se queda corto. No fue una la vida que fue mejor gracias a el, sino muchas. Gestó una red de amor que convirtió la vida de muchos en un privilegio, y en especial la de su familia, que también siento como mía. Sostuvo, aconsejo, acompaño, amo. Y lo hizo con amorosos e inteligentes detalles, con su mirada clara y directa, con ese tiempo que te hacia sentir que se detenía cuando te lo dedicaba a ti. Mi hijo y yo fuimos una pequeñita parte afortunada de ese gozo. Tal y como dibujó José a su tío Fran, le ha recibido un arco iris.

Pepa

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La poesía que esconde también la vida

La poesia ha sido una de las constantes en mi vida. La trajo mi padre en forma de paredes llenas de libros, la trajo mi madre en forma de historias y poetas alemanes e ingleses, la trajeron algunos de esos primeros amigos, esos que te desmadejan para luego rehacerte de nuevo…

Para mí es un lenguaje propio. Y aunque no siempre la cultive con el ahínco necesario, siempre vuelve, cuando menos la espero, cuando menos la pienso.

Este fin de semana hemos estado en Zaragoza, con nuestras familias. Ha sido un fin de semana disfrutado, paladeado con menos prisa que otros. Tuvimos hasta un arco iris maravilloso, porque el sol se empeñaba en salir a ratitos entre lluvia y lluvia. Lo ha hecho hasta el último momento en que ha salido para que José pudiera perseguir grillos y mariposas en el huerto de ese paraíso de lugar. Una finca creada por el amor de una pareja, ahora ya anciana, pero cuyo amor sigue alimentando a cuatro generaciones de su familia.

El sábado por la noche, de la mano de mi hermano, acabamos también en algo que era pura poesía: un cine al aire libre para niños en la plaza de uno de los barrios más marginales de la ciudad. Una plaza y un barrio que un grupo de locos poetas intenta recuperar para la gente, para la vida y para la esperanza.

Así que ahí se van, y después de pasar todo el año llevando a niños de cinco años al cine una vez al mes a ver pelis antiguas que antes les explican en forma de teatro, al final del curso se van a ese barrio, a esa plaza, y les organizan juegos por todo el lugar y luego les ponen un par de pelis de el gordo y el flaco.

Y entonces escuchas en la noche abierta, que ha concedido la tregua de dejar de llover apenas una hora antes, las risas de decenas de niños y niñas y de mayores. Y miras esas imágenes, y recuerdas tu niñez, y lo poco que entonces te gustaban esas pelis y lo mucho que ahora te conmueven. Pura poesía. El proyecto se llama La Linterna Mágica, está además de en Zaragoza en muchos otros lugares del mundo y para quien quiera saber más, porque lo merece de veras, está en esta web.

Pero eso no es todo. Antes, por indicación también del poeta de mi hermano, me metí en una librería de esas que también son pura poesía. Y, como no podía ser de otro modo, salí con dos libros, a falta de uno. Atención a los libros. Del primero, pongo directamente el enlace de la venta, porque de su autor, Jimmmy Liao, ya he hablado en el blog de espirales, y me parece uno de esos poetas indescriptibles, que escriben maravillosos cuentos ilustrados para niños y mayores. Así que vaya mi recomendación después de leerlo mano a mano con mi hijo esta noche. Se llama «Abrazos«.

Y el segundo…de nuevo una de esas espirales de mi vida. Martí i Pol. Uno de los grandes poetas catalanes que se empeña en aparecer y reaparecer en mi vida en momentos clave. Y siempre de forma inesperada.

Así que esta noche voy a copiar dos de sus poemas de esta antología que me compré. Para que empecéis con poesía vuestra semana. Y porque para mí, en estos momentos de mi vida, están más llenos de significado que nunca.

Dicen así (copio la traducción en castellano):

POR MÁS VIDA
Dices la belleza y todo se ilumina.

Deja que el tiempo fluya lentamente
entre el paisaje y tú
y que el silencio ponga acentos
de leve melancolía en cada cosa.
La blanda quietud que te rodea poco a poco
acoge aquel misterio
que te une a todo y a todo te incita.

No pienses jamás que es tarde, ni hagas preguntas.
Ahógate de horizontes.
Agotado,
en cada gesto te sentirás renacer.

(De Las Claras Palabras, 1979)

AHORA MISMO

Y estamos donde estamos, más vale saberlo y decirlo
y asentar los pies en la tierra y proclamarnos
herederos de un tiempo de dudas y de renuncias
en que los ruidos ahogan las palabras
y con muchos espejos medio enmascaramos la vida.
De nada nos vale la añoranza o la queja,
ni el toque de displicente melancolía
que no ponemos por jersey o corbata
cuando salimos a la calle. Tenemos apenas
lo que tenemos y basta: el espacio de historia
concreta que nos corresponde, y un minúsculo
territorio para vivirla. Pongámonos
de pie otra vez y que se sienta
la voz de todos solemne y claramente.
Gritemos quienes somos y que todos lo oigan.
Y al acabar, que cada uno se vista
como buenamente le apetezca y ¡adelante!
que todo está por hacer y todo es posible.
(De El ámbito de todos los ámbitos, 1980)

Os deseo una semana llena de poesía,
Pepa

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Mi nuevo libro: «Un mapa del mundo afectivo»

A veces (casi siempre en mi caso ;-)) lo personal y lo profesional se entrecruzan. Y es que acabo de publicar mi nuevo libro y no puedo dejar de escribir aquí sobre él. Lo vamos a difundir desde Espirales, la consultoría de infancia donde trabajo. Pero también necesito hablar de él en este blog, en mi rincón más personal de mi faceta pública.

Porque cada nuevo libro que publicas es como un paso más, algo especial, único. Es la historia de un relato hacia un «otro» que sabes que existe pero no llegas a conocer hasta mucho después.

Es después cuando empiezan a llegarte los mails desde diferentes partes del mundo explicándote lo que ha supuesto para él o ella leer esas páginas, cuando la gente se te acerca tras una conferencia con el libro para que se lo dediques, o entras en una librería y allí está tu libro en una estantería, pocas veces en la mesa principal, lógicamente ;-).

Y sientes que una parte de ti tiene vida propia, distinta a ti.

Esta semana al volver de Honduras me encontré en mi casa los ejemplares del nuevo libro: «Un mapa del mundo afectivo: el viaje de la violencia al buen trato«. Para mí, este libro es en cierto modo la continuación lógica de «Educando el afecto» y «Amor y violencia«.

En él intento visibilizar los mensajes educativos que desde las familias y la escuela estamos dando a los niños y niñas y que legitiman la violencia, la vuelven una parte natural y lógica de nuestro vivir. Los he resumido en seis mensajes: las visiones dicotómicas del mundo, los vínculos afectivos idealizados, el abuso de poder en las relaciones afectivas, el bloqueo de las emociones negativas, el miedo a la diferencia y el miedo a los conflictos.

Y al final de cada uno de los seis mensajes clave que analizo, propongo alternativas a esos mensajes. Porque creo que otra forma de educar es posible. Creo que el afecto, y la duda, y el temblor, y la alegría son parte esencial del ser humano y de su formación.

Y no deja de resultarme asombroso recibir este libro después de lo vivido con mi hijo este mes. Y de ese viaje en el que recordé a dentelladas que ese «obedece y calla» se puede volver muerte.

Sigo pensando en mi hijo al escribir, en la gente buena, valiente y herida que he conocido en los viajes y las conferencias o en cada educador de los buenos, de esos que educan con corazón…todos ellos están en la dedicatoria de este libro. Es para ellos. Para todos ellos. Si no los hubiera conocido, no mantendría intacta y fortalecida mi fe en el ser humano, y mi esperanza.

Gracias por haber hecho posible cada renglón de este libro.

Pepa

Pd. Si alguien quiere comprarlo, puede hacerlo en las librerías o aquí.

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Un lugar de luz

Copio un extracto del último libro de Angeles Caso «Contra el viento», unas líneas que valen su peso en oro y que me acaban de reenviar (gracias, Ana). Porque lo suscribo hasta la coma, hasta lo intuido tan sólo entre líneas.

«Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila. También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una mujer amargada, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sólo quiero eso. Casi nada. O todo.»

He llegado a un punto y aparte en mi vida, a un lugar diferente, un lugar de luz. El camino ha sido largo y me queda mucho trecho por andar, con nuevas sorpresas, bendiciones y dolores. Y al texto de Caso sólo le puedo añadir un deseo, el primero, mi primer deseo: que mi hijo se sepa y se sienta siempre amado. Lo demás vendrá por añadidura.

Pepa

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