Pepa Horno Goicoechea

Pepa Horno Goicoechea

Vivencias

Yo soy…

Seguimos con los videos sorpresa, los regalos indescriptibles e inesperados, los destellos de vida y de lo que la llena de sentido. Seguimos…

Éste es el video premiado en el concurso «Dame un minuto de paz» al que he llegado gracias a Olalla García, que lo escogió para responder a la propuesta que Alberto nos hizo desde su blog de Principia Marsupia, del que ya os hablé. Gracias, Olalla. Gracias, Iban.

No sé si sabría decir quién soy. Y menos hacerlo en un minuto. Probablemente sería una sucesión de palabras, pero ¿cuántas palabras caben en un minuto?

Quizá fuera algo así como:

Mujer, madre, hija, hermana, tía, amiga…
una niña de corazón alado..
viajera, comunicadora, narradora y escritora…
conversadora sin límite…
alegre, valiente, tierna, brusca, consciente, vulnerable..
bendecida y superviviente..
adicta a la risa de mi hijo, a aprender constantemente, a los abrazos (darlos y recibirlos), a una mirada limpia, a un silencio arrobado y compartido, al mar y al bosque, a una chimenea y a los atardeceres, (sobre todo en el mar), a cantar mal y a bailar mejor (pero a hacer ambas cosas cada día), a despertar con los pies entrelazados, a los desayunos en general y sobre todo a los del domingo con zumo y periódico, y a las palabras conmovidas…
río y lloro, grito y callo, tiemblo y me fío, camino y espero…
y ante todo, me siento amada, privilegiada y agradecida…
porque es cierto: no soy, somos.

Sería eso y mucho más. Además, Iban lo hace mucho mejor que yo ;-). Pero quería al menos intentarlo :-).
Pepa

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Dentro de veinte años

No me importa que el motivo sea publicitario. Es una de las campañas más sorprendentes que veo en tiempos, al menos a mí me ha cautivado. Y algunas de las cosas que dice…ufff…impagable.

Además, me ha resultado curioso que justo empieza igual que el texto de la boda de mi amigo. Y no lo había visto. Si es que la vida….

Mirad, disfrutad y no olvidéis. Ni ahora ni dentro de veinte años.

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Algunas cosas que suceden mientras se casa un amigo

El sábado se casó uno de mis mejores amigos. Una persona que viajó por medio mundo para volver a casa y casarse, de una forma tan bella como inesperada, con una chica de nuestro colegio de cuando éramos niños.

Y es que la vida son espirales. Cuando escogimos el nombre para la consultoría donde trabajo, lo elegimos por esto justamente. Por esa increíble experiencia que se repite una y otra vez de ver cómo la vida avanza en espirales. Vuelves a los mismos sitios, a las mismas personas pero todo es diferente. Igual pero diferente. Porque tú estás diferente. Igual pero diferente.

En esa boda me reencontré con personas de mi pasado, con muchísima gente de mi cole de adolescente. Y mientras bailaba pensaba en cómo funciona la vida, que te permite recorrer el mundo para volver a casa, tan igual y al mismo tiempo tan diferente. Pero sobre todo sentí algo que es impagable. Sentí paz. Esa sensación de saberte y sentirte en el lugar donde quieres estar. Sentir que hay heridas que ya no duelen y cariños que no sólo sobreviven sino que se han fortalecido con los años, los hijos y los amores. Y que hay gente a la que miras con cariño por lo compartido pero desde la distancia.

Tener una amistad de veinte o treinta años cuando aún no has cumplido los cuarenta es nombrar a personas que te constituyen, que forman parte de tu esencia, como llegan a hacerlo personas que aparecen después y con menos tiempo pero más intensidad se meten en tu alma. Y cada día que pasa me reafirmo más en lo que escribí aquí sobre mis opciones de vida: el amor, el valor y la alegría.

Optar por el amor es cuidarlo y cultivarlo y eso implica a veces también sacrificar muchas otras cosas de la vida. Porque el amor es muchas cosas, pero no es bucólico. Pero al final se trata de eso: de elegir. Elegir cómo vivir. Y yo elijo vivir queriendo y siendo querida. Elijo poner mi corazón, como hice el sábado, en unas palabras, algún baile y muchos abrazos. Aunque eso suponga exponerse.

Y en esos reencuentros, en esas veladas de tanta gente te das cuenta de cuántas historias suceden al mismo tiempo, de cuántos significados tienen las mismas palabras depende de quién y cómo se escuchen, de los diferentes registros que tiene una misma vivencia, de cuánta historia y cuánto amor hay detrás de algunas presencias, sean silenciosas o parlanchinas…la vida es lo que pasa mientras tanto…decían.

Quizá eso es lo que quiera escribir esta noche: que importa el «mientras tanto». Y sobre todo que siento que sólo tiene sentido si está lleno de amor.

Pepa

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Los aeropuertos en una silla de ruedas

Ya regresé de mi periplo loco del mes de mayo.

Los viajes siempre me resultan iniciáticos. Sé cómo salgo pero no cómo regreso. Y no creo que sea algo que me pase sólo a mí. Creo que los viajes son iniciáticos, recorras los kilómetros que recorras, siempre y cuando decidas vivirlos con la actitud adecuada: esa mezcla de apertura mental, capacidad de asombro y arrobamiento y silencio interior.

Pero cuando son tantos y tan seguidos como lo han sido para mí este mes, tienen una especie de «efecto acumulativo» y el alma necesita un tiempo para volver, que va más allá del tiempo físico del cuerpo.

Siempre me pregunto por tantas personas que he conocido que pasan su vida en aviones, en movimiento permanente, de hotel en hotel, incluso sin un lugar al que volver. Porque no se trata de tener un lugar en posesión (sólo los humanos somos tan engreídos como para creer que poseemos algo), pero sí un lugar al que sientas que perteneces, que puedas reconocer y paladear en cada pequeño matiz.

Uno de mis sueños de niña fue siempre viajar. Y uno de mis privilegios de mujer es haber podido hacerlo realidad. Como les decíamos hoy en la fiesta de despedida del cole de José «el mejor legado es enseñar a nuestros hijos a perseguir sus sueños». Porque hay que lucharlos, optar por ellos, buscarlos con consciencia y amor. Y a eso también se aprende.

Pero los viajes también te ponen a prueba, y te enseñan cosas de ti que de ningun otro modo vas a conocer. Mi viaje de vuelta de este último viaje del mes, que fue a Venezuela, ha sido un buen ejemplo de ello. El cuerpo es sabio. Y mi cuerpo tiene la particular habilidad para pararme cuando yo no sé parar, para decir «basta». Y lo hace algo estrepitosamente, sobre todo cuando me empeño en seguir hasta el punto de no escuchar.

Así que mi cuerpo dijo «basta». Primero enfermó pero no le escuché. Me recuperé y seguí. Así que luego, justo el día que volvía para Madrid, me caí, y me hice un esguince de tobillo apenas una hora antes de tomar el primero de los tres vuelos que debía hacer para volver a casa.

Así que he paseado cuatro aeropuertos del mundo en silla de ruedas en 24 horas. Toda una experiencia. Y no hablo sólo de los servicios de asistencia, cada uno con las características diferentes del país, las gentes o el idioma donde estaba. Me refiero a esa sensación de no poder valerte por ti misma. La sensación de depender de otra persona para hacer cosas que has hecho mil veces sola: salir de un avión, llevar la maleta, caminar por los aeropuertos, sacar la tarjeta de embarque…para mucha gente parecerá una tontería lo que digo, pero para mí no lo fue. Una vulnerabilidad que veías además reflejada en los ojos de la gente que te miraba al pasar. Y yo pensaba cómo miramos a las personas que se desplazan en silla de ruedas. ¡Cuánto decimos con las miradas sin necesidad de hablar!

Es esa sensación de vulnerabilidad que la enfermedad o, como en este caso, el accidente ocasional, te obliga a recordar y sobre todo a volver a sentir. Sentí que no debía olvidarla, que debía aprender a bajar de mi omnipotencia y a respetar los ritmos de mi propio cuerpo. Sobre todo cuando la vida puso la guinda al pastel y el tercer vuelo tuvo un aterrizaje abortado porque no le salía el tren de aterrizaje. Volvimos a ascender, dimos vueltas durante casi una hora, hasta que en un segundo intento, todo fue bien. Para entonces yo sólo podía pensar «sólo quiero volver a mi casa».

Ojalá la vulnerabilidad de nuestro cuerpo y los tiempos del alma guiaran nuestra vida. Sinceramente creo que mi vida, nuestras vidas y nuestro mundo serían diferentes.

Así que ya ven: volví diferente. Además de algo coja 🙂 pero nada que la acupuntura no haya podido curar. Y no se crean que el viaje fue iniciático sólo por el regreso accidentado, sino por muchas otras cosas maravillosas que pasaron y que guardo en mi corazón. Pero ése es otro relato.

Pepa

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Benedetti de nuevo

Hace ya más de tres años que creé mi página web personal y este blog, después de que gente que me quiere bien me persiguiera sin descanso para ello ;-). Y recuerdo que mi primera entrada fue con un poema de Benedetti, uno de mis referentes personales.

Así que en este domingo noche aprovecho para compartir un poema suyo que me llega desde Paraguay, lugar donde crecen y se afianzan mis vínculos. Porque este poema no tiene desperdicio. Cada uno de sus versos esconde la sabiduría de una vida. Y confieso que no he podido evitar un subrayado personal en negrita 😉

Para mí Benedetti era impagable, sobre todo cuando se trataba de recordar lo esencial. Cómo se le añora!

Ahí va. Feliz semana.

¿CÓMO HACERTE SABER QUE SIEMPRE HAY TIEMPO?

QUE UNO SOLO TIENE QUE BUSCARLO Y DARSELO.
QUE NADIE ESTABLECE NORMAS SALVO LA VIDA.
QUE LA VIDA SIN CIERTAS NORMAS PIERDE FORMA
QUE LA FORMA NO SE PIERDE CON ABRIRNOS.
QUE ABRIRNOS NO ES AMAR INDISCRIMINADAMENTE.
QUE NO ESTA PROHIBIDO AMAR
QUE TAMBIEN SE PUEDE ODIAR
QUE EL ODIO Y EL AMOR SON AFECTOS
QUE LA AGRESION POR SI, HIERE MUCHO
QUE LAS HERIDAS SE CIERRAN.
QUE LAS PUERTAS NO DEBEN CERRARSE
QUE LA MAYOR PUERTA ES EL AFECTO
QUE LOS AFECTOS NOS DEFINEN
QUE DEFINIRSE NO ES REMAR CONTRA LA CORRIENTE
QUE CUANDO MAS FUERTE SE HACE EL TRAZO MAS SE DIBUJA
QUE BUSCAR UN EQUILIBRIO NO IMPLICA SER TIBIO
QUE NEGAR PALABRAS IMPLICA ABRIR DISTANCIAS
QUE ENCONTRARSE ES MUY HERMOSO
QUE EL SEXO FORMA PARTE DE LO HERMOSO DE LA VIDA
QUE LA VIDA PARTE DEL SEXO
QUE EL POR QUE DE LOS NIÑOS TIENE UN POR QUE
QUE QUERER SABER DE ALGUIEN NO SOLO ES CURIOSIDAD
QUE QUERER SABER TODO DE TODOS ES CURIOSIDAD MALSANA
QUE NUNCA ESTA DE MAS AGRADECER
QUE LA AUTODETERMINACION NO ES HACER LAS COSAS SOLO
QUE NADIE QUIERE ESTAR SOLO
QUE PARA DAR DEBIMOS RECIBIR ANTES
QUE PARA QUE NOS DEN HAY QUE SABER PEDIR
QUE SABER PEDIR NO ES REGALARSE
QUE REGALARSE ES EN DEFINITIVA ES NO QUERERSE
QUE PARA QUE NOS QUIERAN DEBEMOS MOSTRAR QUIENES SOMOS
QUE PARA QUE ALGUIEN SEA, HAY QUE AYUDARLO
QUE AYUDAR ES PODER ALENTAR Y APOYAR
QUE ADULAR NO ES AYUDAR
QUE ADULAR ES TAN PERNICIOSO COMO DAR VUELTA LA CARA
QUE LAS COSAS CARA A CARA SON HONESTAS
QUE NADIE ES HONESTO PORQUE NO ROBA
QUE EL QUE ROBA NO ES LADRON POR PLACER
QUE CUANDO NO HAY PLACER EN LAS COSAS, NO SE ESTA VIVIENDO
QUE PARA SENTIR LA VIDA NO HAY QUE OLVIDARSE QUE EXISTE LA MUERTE
QUE SE PUEDE ESTAR MUERTO EN VIDA
QUE SE SIENTE CON EL CUERPO Y CON LA MENTE
QUE CON LOS OIDOS SE ESCUCHA
QUE CUESTA SER SENSIBLE Y NO HERIRSE
QUE HERIRSE NO ES DESANGRARSE
QUE PARA NO SER HERIDOS LEVANTAMOS MUROS
QUE QUIEN SIEMBRA MUROS NO RECOGE NADA

QUE CASI TODOS SOMOS ALBAÑILES DE MUROS
QUE SERIA MUCHO MEJOR CONSTRUIR PUENTES
QUE SOBRE ELLOS SE VA A LA OTRA ORILLA Y TAMBIEN SE VUELVE
QUE VOLVER NO IMPLICA RETROCEDER
QUE RETROCEDR PUEDE SER TAMBIEN AVANZAR
QUE NO POR MUCHO AVANZAR SE AMANECE MAS CERCA DEL SOL
COMO HACERTE SABER, QUE NADIE ESTABLECE NORMAS SALVO LA VIDA.

Mario Benedetti

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Pequeñas grandes ideas

Entre viaje y viaje en mayo, me envían esto y me parece genial, así que lo incluyo tal cual. Gracias, Isabel.

Las pequeñas grandes ideas que pueden cambiar el mundo, cambiando nuestro día a día. Haciéndonos soñar.

Un abrazo,
Pepa

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Bañar, acariciar y soñar

No tengo palabras para la sensación de paz, sosiego y alegría que me ha invadido al ver este video, así que lo comparto.

Es una forma de baño mezclada con el masaje. ¿Queda alguien después de ver el video que no quiera ser el bebé?…:-)

Gracias, dulce mamá Susanna.

Pepa

 

 

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Lo que da de sí la física

No soy muy aficionada a leer cosas que me reenvìan en cadena. Y menos sobre temas «candentes» en esos momentos en que todo el mundo opina de todo.

Sin embargo hoy he descubierto uno de los blogs más interesantes que he encontrado al leer uno de estos envíos.

Se llama Principia Marsupia, ya el nombre en sí mismo vale su peso en oro. Y se ha hecho «famoso» porque ha escrito una Carta al Rey, llamada «Carta de un investigador al Rey don Juan Carlos» que ya han leído más de 600.000 personas en dos días, y yo debo ser la 600.475 o por ahí 😉 De lo mejor que he leído sobre el tema.

La carta es buena pero el blog es mucho mejor. Alberto Sicilia, su autor, es investigador en física teórica. Un tipo impagable a juzgar por lo que escribe, que enlaza el rigor con la ironía y la ternura.

Os dejo sólo los enlaces a cuatro de sus post, si los leéis os pasará como a mí, que hace más de dos horas que no he dejado de leer una tras otra sus entradas.

Va como regalo de fin de semana:

Los beneficios de mi fracaso

Las ideas científicas más hermosas, profundas y elegantes

Ni bueno, ni malo sino real

Morir en un abrazo

Y desde luego, os inscribiréis al curso prometido por Alberto cuya primera entrega es La física cuántica explicada para orangutanes perezosos.

Y os dejo dos frases de las muuuchas que hay en sus escritos, porque las he hecho mías innumerables veces:

«La vida del ser humano contiene dos certezas: que estamos vivos y que vamos a morir…los abrazos y caricias que gocemos mientras tanto es lo único que importa»

«El fracaso me ha recordado que hay cosas en la vida que no podemos controlar. Pero también, que hay dos cualidades que son mi absoluta responsabilidad: mi actitud y mis acciones.»

Gracias, Alberto. Si me lees, si me oyes, o si simplemente te lo hacen llegar nuestros quarks: gracias por escribir a las estrellas.

Pepa

 

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Trascender

Este fin de semana estuve en un encuentro de biodanza donde se trabajaba una de sus cinco lineas de trabajo de crecimiento personal: la trascendencia (las otras son afectividad, sexualidad, creatividad y vitalidad). La facilitadora era una escocesa increíble llamada Claire Lewis.

La dimensión espiritual o trascendente es una parte nuclear de mi vida y mi experiencia. Desde hace ya años me considero una persona creyente, aunque no religiosa. No estoy vinculada a ninguna religión. Pero siempre busco distintos caminos para cultivar esa trascendencia, porque todo mi ser sabe y siente que en la vida hay un segundo registro, un segundo relato, justo el que no se ve y donde se gesta lo más valioso de esta vida nuestra.

Así que voy a explicaros las palabras clave que se han manejado este fin de semana para trabajar la trascendencia. Por si os pudieran servir como a mí. Son como una especie de «ruta de vida».

La primera es CONSCIENCIA. Vivir con consciencia, amar con consciencia. Vivir cada momento con plenitud. Para «ver» la dimensión espiriritual de la vida, como del ser humano, hay que amarlo con consciencia. Fijarse en cada pequeño detalle, en lo que se dice y en lo que se calla, mirar a los ojos a las personas, ir despacio, mirar el paisaje por la ventana de los trenes o acariciar a nuestros hijos o parejas o amigos…consciencia.

La segunda es DESEO. En la cena del primer día surgió ante una manzana roja, preciosa y reluciente, una frase que recupero textual: «Honrar la belleza de algo es emplearlo para aquello que fue hecho. La mejor forma de honrar la belleza de una manzana es comérsela»

SENSIBILIDAD Y VULNERABILIDAD. Son las dos fortalezas del ser humano. Justo las que nos hacen necesitar al otro, mostrarnos en nuestra fragilidad, y vencer el miedo para hacerlo. Trascender no es negar nuestro cuerpo sino utilizarlo justamente para percibir con consciencia, para ser sensible a cada pedacito de cosmos que pasa a diario delante de nuestros ojos.

Además, el cuerpo conserva nuestra memoria corporal, donde se aloja la mayor parte de lo que somos, lo que nos hace únicos. No es la memoria intelectual y consciente la que nos define sino esas «tripas» donde se aloja nuestra historia afectiva, nuestras heridas y nuestros gozos. Nuestro mundo de niños se construye desde la inteligencia somato sensorial, es decir, desde el cuerpo primero y los afectos después. Nuestra mente no entra en juego hasta mucho después. Y la biodanza en eso acierta al proponer la VIVENCIA como método de autonocimiento y crecimiento, no tanto la teoría ni el relato, aunque también. Pero los cambios estructurales nos llegan a través del cuerpo y las relaciones afectivas y quedan en el cuerpo.

COMUNIÓN Y CONEXIÓN. Mostrarse vulnerable ante el otro para entrar en conexión con él o con ella. Trascender tu propia persona para llegar a la consciencia de la comunidad. Y dejarte sostener por la comunidad. Y conectar con los demás precisamente a través del contacto físico. De nuevo la afectividad, clave para el desarrollo pleno.

La conexión con la naturaleza y con la tierra también, el lograr un RITMO PROPIO de relación con ella, desde el que aportes algo a la totalidad, algo único, valioso y frágil.

Y la clave de la trascendencia es la INTEGRACIÓN. Lograr integrar todo lo que somos, nuestro cuerpo, nuestros afectos y nuestra mente. Nuestro pasado y nuestro presente. Lo que vemos y lo que tan sólo intuimos, apenas llegamos a sentir. Nuestro ser con la comunidad y con el universo. Una sola energía que fluya a través de nosotros.

Y de nuevo aparecía UBUNTU, la palabra mágica de la semana pasada. Yo soy en nosotros. La consciencia de que todos somos uno mismo, de que la vida nace, muere y renace de nuevo, que somos parte de un ciclo que va muy por encima de nosotros.

Y desde ahí disfrutar el MISTERIO. Vivir lo sagrado de la vida, que es todo. Cada pequeño detalle, matiz o criatura. Cada momento vivido con consciencia. Cada relación con amor del bueno. Y permitirnos SOÑAR y GOZAR la alegría de estar vivos.

Que la trascendencia pueda llegar a través de la alegría, de nuestro cuerpo , del amor conciente o viviendo nuestra vulnerabilidad me parece sencillamente un regalo. Por eso la última palabra es GRATITUD.

Pepa

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Cuando el viento se hace mujer

Vivir con consciencia lleva a crecer.

Y crecer pasa por mirar hacia dentro.

Cuando miras, es fácil ver los vacíos, los huecos: sencillamente no están. Y el dolor de esas ausencias y de las heridas es tan grande que percibes sus límites, los rozas, casi los sientes. Pasas la mano, y sus paredes son rugosas. Hieren de tan poderosas que son.

Pero ¿y el espacio lleno? ¿Y el espacio que sí habitas? En ése los límites son tu propio ser. Eres tú misma, la que sobrevivió. Y no sólo eso: la que goza, ríe, amó y fue amada, la que fue y es feliz.

Esa mujer valiente y fuerte que hay dentro de ti, pero que a base de serlo cada día la das por obvia. Te olvidas de que tú también eres esa mujer, de que lo sigues siendo. Y del valor y la radicalidad de esa opción de niña: la OPCIÓN POR VIVIR.

Y sólo entonces comprendes que conforme eres capaz de honrar el dolor, de ponerlo en su justa medida, de nombrarlo…también empiezas a ver la belleza de la mujer. Ésa que se escondió, que se adaptó a los pliegues de la piel y a vivir encogida. Esa mujer que se las ingenió para no ser vista ni siquiera por ella misma.

Y entonces la miras. La miras y la miras. Cada día más. Y cada día la encuentras más y más hermosa.

Y una mañana limpia al fin tu viento se hace cuerpo. Ese viento que estaba sin estar. Esa diosa Mari, que es la diosa de los vientos y de la tierra, que ama y se enfurece. Que es madre. Esa diosa que vieron otros en ti antes que tú.

Esa diosa tiene cuerpo de mujer. Porque en algún momento olvidaste que para ser madre hay que ser primero mujer.

Pero sí, llega el día que al mirarte al espejo..la ves.

Pepa

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